Marzo 2022: La primera Caravana al Desierto después de la pandemia
La experiencia, los aprendizajes y las personas
Mientras intentábamos completar la Caravana de marzo, aprendimos muchas cosas...
Cómo el mundo de alguna manera ha cambiado, también detrás de nuestras fronteras, cómo la burocracia se nos puso fierecilla, cómo algunas de las personas decididas a venir se echaban atrás por la incertidumbre que todavía en marzo se mascaba en el ambiente... Que las decisiones no se toman con tanta previsión como antes, y que hay que esperar hasta el final para que las personas se decidan, o sea que hay que aprender a llevar bien la incertidumbre.
También aprendimos, o mejor dicho, recordamos, que los sueños se persiguen y eso ayuda a conseguirlos. Que tener un equipo excelente (gracias Silvia, Omar, Judit... es obvio que sin vosotr@s yo no hubiera podido tirar adelante esta -ni ninguna- Caravana) es clave para construir, y cómo al final la confianza nos premió y pudimos viajar de nuevo con 8 maravillos@s participantes que fueron nuestra familia, junto con nuestro equipo de amigos bereberes...
El desierto se dejó habitar con esa humildad y grandiosidad que le es propia. Muy limpio, puro, virgen... Las nuestras fueron de las primeras huellas humanas después de la Covid-19, que ha mantenido dormido el turismo en Marruecos y en el mundo.
Esta primavera fue más fría que otras. Quizás el cambio climático, quizás la manera en la que el Desierto nos quiso acoger para hacernos preciosas y ligeras las caminatas sin calor. En algunos tramos del recorrido encontrábamos vegetación abundante y comíamos la rúcula que crecía a nuestros pies.
Los cielos más rojos que de costumbre. Los atardeceres tan bellos y singulares como siempre.