¿Por qué andar te ayuda a tener buenas ideas?
Neurociencia y experiencia
Antes de saber nada de Neurociencia, cuando aparecía en mi vida una duda importante, o un cliente me pedía algo que pensaba que no sabría hacer, o me bloqueaba con algún evento importante, salía del despacho y me iba a andar.
Andaba y andaba. Por la Carretera de Les Aigües cuando vivía en Vallcarca. Por Montjuic, cuando vivía en l'Eixample. Hacia la playa ahora que vivo en Vilanova.
Andar reactiva mis ideas.
Me cuento a mí misma, metafórica y divertidamente, que soy como un frasco de jarabe y que hay que agitar antes de usar. Curiosa metáfora que me sigue pareciendo útil y precisa.
Recuerdo, por ejemplo, un día en el que recibí un encargo muy interesante y motivador de una multinacional para un trabajo con un equipo de mandos intermedios.
Recuerdo también que me entusiasmé, cosa que me es fácil, y que el mismo entusiasmo, me bloqueó.
Mi pantalla en blanco, mis anotaciones a mano sin sentido, borrar y tachar y nada que me gustara.
Así que antes de decir que no, probé con mi estrategia, altamente sofisticada y extremadamente útil: me puse las bambas y salí a caminar.