(CUENTO) El águila y su renovación
Mònica Lapeyra Pertussini

Otro de los cuentos que a menudo utilizo para explicar la resiliencia, el desarrollo, el crecimiento y la maduración:
La renovación del águila.
Te invito a leerlo, a ver si te resulta tan impactante como a mí cuando lo escuché por primera vez:
El águila es el ave con mayor longevidad de esas especies. Llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40, debe tomar una seria y difícil decisión.
A los 40 años, sus uñas están apretadas y flexibles y no consigue tomar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico largo y puntiagudo, se curva, apuntando contra el pecho. Sus alas están envejecidas y pesadas y sus plumas gruesas. ¡Volar se hace ya tan difícil...!
Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar un dolorido proceso de renovación que durara 150 días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar. Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo.
Luego debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas. Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, comenzará a desplumar sus plumas viejas. Después de cinco meses, sale para su vuelo de renovación y a vivir 30 años más.
¿Cuál sería tu interpretación de esta impactante historia?
Lo primero que le sucede a algunas personas, es que sienten el dolor empático del trauma físico por el que el águila transita: arrancarse el pico, arrancarse las uñas...
Luego, a menudo, aparece admiración y comprensión de esa majestuosidad con la que el águila se puede observar, planeando por el cielo con sus inmensas alas: sólo alguien que ha tenido una experiencia de plenitud interior puede imaginar esa escena e identificarse con ella, encarnarla y gozarla...
Desde mi interpretación, el mensaje de la historia tiene que ver también con la conciencia de que hay momentos en la Vida en los que necesitamos resguardarnos, retirarnos, recogernos hacia adentro. Disminuir los estímulos externos y simplemente, estar en soledad.
Una soledad valiosa, porque sólo en ella, y aunque el dolor aparezca, podemos transformarlo en sabiduría y recursos para la Vida.
Y luego, igual que el águila, ¡a volar más alto y con más confort!